Lágrimas. Lágrimas amargas, que traen recuerdos amargos y que dejan una amarga sensación. Lágrimas que necesitan salir fuera, que te hinchan los ojos hasta dejarlos inyectados en sangre y cuya presión te tienes que tragar si estás delante de tus amigos, o de alguien a quien quieres. Momentos en los cuales se te quitan las ganas de reír, de salir, de hablar o de incluso respirar. Lo puedes llamar bajón, ataque de ansiedad o lo que tú quieras. Hay gente que lo describe como si el pecho se desinflase, quedándose hueco y chafado, como un corazón dolido. Yo sin embargo, lo siento como si un enorme peso recayese sobre mi cabeza, como si un huracán salido de los más crueles y remotos fines de la tierra estuviera metido en el subconsciente de mi cerebro, empujando para salir. Pero al fin y al cabo, es lo mismo. Es la misma jodida situación de que nada sale como tú quieres que salga.

No lo niegues. Sé que ahora mismo darías un brazo o una pierna, por el abrazo de aquella persona que tanto echas de menos, pero que ya no está, porque yo también lo daría. Sé que te gustaría poder llevarte bien con todo el mundo, pero desgraciadamente no puedes, porque a mí también me gustaría. Sé que sientes que tal vez la vida no es justa, y duele, porque yo también lo siento. Sé lo que sufres cuando te das cuenta de que aquello que más quieres en el mundo se está acabando lentamente, porque yo también lo sufro. Sé que jode que no puedas hacer todo lo que quieres antes de morir, o de perder la inocencia de la juventud, porque a mí también me pasa. También se que matarías porque el tiempo no existiese. Ni el destino. Sí las casualidades. Porque yo también mataría.

Al mismo tiempo, se que no va a ser para siempre. Que lo malo al final acaba, al igual que lo bueno. Que tal vez haya cientos de personas que te odien, pero piensa que habrán otras miles que lo darían todo por ti. Que no merece la pena dar de lado a las personas que siempre has tenido por otras que conozcas ahora, porque hay sitio para todas en tu corazón. Que darse cuenta de quienes son verdaderamente tu gente es un paso muy grande que se da en algún momento de tu vida, yo ya lo he dado, pero que no tengas prisa. Sabrás quienes son cuando te sientas triste y lo sepan con solo mirarte a los ojos, y te regalen un abrazo sin ni siquiera pedirte permiso. Sabrás quienes son cuando con solo fruncir el ceño rompáis a reír como locos. Sabrás quienes son cuando oigáis una canción y os acordéis de esa persona. Sabrás quienes son con tan solo recordar tiempos pasados que te dan una dulce sonrisa. Sabrás reconocerlos cuando nada más despedirte, te des cuenta de que unos cinco minutos más a su lado no habrían estado nada mal, que te quedas con ganas de decirles que les quieres por si no los vuelves a ver. Sabrás quienes son cuando estés diciendo alguna gilipollez y te callen con un beso. Sabrás si realmente merecen la pena cuando estés llorando, y en vez de consolarte, lloren contigo. Sabrás que son esos, porque al mismo tiempo que escribo esto, estoy llorando, y yo no lloro por personas que no merecen la pena. Lloro por aquellas a las que quiero tanto, que soy capaz de llegar tarde a mi casa, pelearme con mis padres, mentir o incluso gritar. Gritarle al mundo que no les haga daño, y gritarle al mundo un gracias por habérmelos dado.

Y te juro que si me los quitas por una jodida mierda de discusión, te mato.