Y es ahora cuando uno se da cuenta de lo que verdaderamente somos. Unas criaturas caprichosas que no se preocupan de lo que a los demás les ocurra. Tan solo existimos nosotros en ese mundo de Código Lyoko, o de Tarta de Fresa. Yo no quiero ser así.
Yo lloraba cuando no me traían lo que yo quería. Ahora realmente no me importa, porque se que si alguna vez quiero algo, tan solo tengo que pedírselo a mis padres, que se quitarán la piel para conseguirlo. Porque yo ya no pido muñecas. Pido cámaras, pido pianos, pido óleos, pido ordenadores, pido libros.
De todo menos cariño.
Y ahora es cuando creo que me hace falta.
Por lo que voy a hacerme una sesión de fotos, para alegrarme un poco la tarde aburrida de domingo, y para reflexionar sobre lo que me voy a pedir en los próximos reyes.
-Que mi hermano no se entere de que los reyes son mis padres, porque entonces se acabará la magia y ya no volveré a tener esa curiosidad sobre si a mi madre o a mi padre les gustará lo que les he comprado. :)
Atte: YO.