porque las hadas nunca morirán.
Y es que la magia habita en las hadas,
y en mis amigas se reencarnaran.
Y aunque sorprenda, también se equivocan. De vez en cuando las verás llorar. No han encontrado el consuelo a una misma, pues los poderes son para ayudar a los demás.
Las hadas buscan sueñan y nunca desisten.
Las hadas luchan por hacer su meta realidad.
Su magia es inmortal.
Encuentra una chica que lea. Sabrás que lo hace porque siempre llevará un libro a medias de leer en el bolso. Será la que mire con amor las estanterías de la librería, la que llora silenciosamente cuando encuentra el libro que quería. ¿Ves la chica rara que huele las páginas de los libros viejos en una librería de segunda mano? Esa es la lectora. Nunca se pueden resistir a oler las páginas, especialmente si están amarillentas.
Es la chica que lee mientras está esperando en la cafetería del final de la calle. Si echas un vistazo a su taza, verás que la crema del café está flotando en la superficie porque ya está absorta, perdida en un mundo que el autor ha creado. Siéntate. Probablemente te mire fugazmente, como la mayoría de las chicas que leen no le gusta ser interrumpida. Pregúntale si le gusta el libro. Invítala otra taza de café.
Hazle saber lo que piensas de Murakami. Comprueba si ha pasado del primer capítulo de La Comunidad del Anillo. Entiende que si te dice que entendió el Ulysses de James Joyce sólo te lo dice para sonar inteligente. Pregúntale si le gusta Alice o si le gustaría ser Alice.
Es sencillo salir con una chica que lea. Regálale libros por su cumpleaños, por Navidad y por los aniversarios. Dale el regalo de las palabras, en poesía, en canciones. Regálale a Neruda, Pound, Sexton, Cummings. Hazle saber que entiendes que las palabras son amor. Entiende que ella conoce la diferencia entre los libros y la realidad, pero por Dios que va a intentar hacer su vida un poco como su libro favorito. Nunca será tu culpa si lo hace. De alguna manera tiene que intentarlo.
Miéntele. Si entiende la sintaxis, entenderá que necesitas mentir. Tras las palabras hay otras cosas: motivaciones, valores, matices, diálogos. No va a ser el fin del mundo.
Fállale. Porque una chica que lee libros sabe que el fracaso siempre lleva hasta el clímax. Porque ellas entienden que todas esas cosas tendrán un final. Y que siempre puedes escribir una secuela. Y que puedes empezar otra vez, y otra y seguir siendo el héroe. Que la vida está destinada a tener un villano o dos.
¿Por qué estar asustado de todo lo que no eres? Las chicas que leen entienden que esa gente, como los personajes, evolucionan. Excepto en la saga Crepúsculo.
Si encuentras una chica que lea, mantenla cerca. Cuando la encuentres a las 2 de la mañana sosteniendo un libro contra su pecho y llorando, hazle una taza de té y abrázala. Puedes perderla por unas cuantas horas, pero siempre volverá a ti. Hablará como si los personajes del libro fuesen reales, porque durante un rato, siempre lo son.
Te declararás en un globo aerostático. O durante un concierto de rock. O casualmente la próxima vez que esté enferma. Por Skype.
Sonreirás con tantas ganas que te preguntarás por qué tu corazón no ha explotado y la sangre no está corriendo ya por tu pecho. Escribirás la historia de vuestra vidas, tendréis hijos con nombres extraños y gustos aún más extraños. Les presentará a vuestros niños al Gato Garabato y a Aslan, quizá el mismo día. Pasaréis los inviernos de vuestra vejez juntos y ella recitará a Keats en voz baja mientras te sacudes la nieve de las botas.
Sal con una chica que lea porque te lo mereces. Te mereces una chica que pueda darte la vida más colorida imaginable. Si sólo puedes darle monotonía y horas aburridas y compromisos a medias, entonces estás mejor solo. Si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, sal con una chica que lea.
O mejor aún, sal con una chica que escriba.
Dicen que si piensas mucho en una persona antes de dormir, hay una alta probabilidad de que esa persona esté en tus sueños. Solemos soñar cosas sin sentido, pero a mí esa regla de tres me funciona a la perfección. Puedo pensarte tantas veces seguidas, tantas veces aparece en mi cabeza ese recuerdo, que no hay manera de no soñar contigo. En cierto modo es algo bueno, porque ningún otro sueño podría compararse a tí. El problema surge cuando el sueño es tan real, es una imagen tan nítida de ese momento, que comienzo a sacarle defectos de cosas que podría haber hecho y no hice, o simplemente cuando despierto y ya no estás.
Como me gustaría tenerte en mis sueños y despertar y que sigas allí. Esperando.
Pero comprendo que esperar es una mierda. Y seamos realistas, nuestro tiempo junto tiene los días contados. Así que seguiré alimentándome a base de recuerdos de ese día, en el que conseguiste hacerme olvidar todo el pasado.